Por: Jorge Miguel Zapata Chau
Por Julio Talledo. 14 julio, 2011.En las últimas semanas hemos sido testigos de impresionantes despliegues de marketing cultural para celebrar el Centenario de Machu Picchu. Quizá una de las primeras noticias que marcó el inicio de estas celebraciones, y enorgulleció a los peruanos, especialmente a los cusqueños, fue el anuncio de la devolución del 20% del total de piezas arqueológicas (de un total de 46 mil) que la Universidad de Yale, custodia desde inicios del siglo XX, cuando el arqueólogo Hiram Bingham las llevó para que sean estudiadas. Esta noticia demuestra una excelente y eficiente labor pública al servicio de la gestión cultural en el Perú.
En esta línea de buenas noticias, PromPerú, a través del canal de la National Geographic, comenzó a difundir el logo oficial para el Centenario. Esta iniciativa demuestra también que el modelo de gestión mixta para proyectos culturales da frutos, cuando se asocian instituciones activas y decididas a promocionar un evento singular para la historia del Perú y del mundo.
En el ámbito empresarial, aerolíneas, hoteles y tour operadores iniciaron fuertes campañas con atractivos paquetes turísticos para atraer a cientos de turistas nacionales y extranjeros hacia Machu Picchu. Por su parte, los medios de comunicación se sumaron a las celebraciones con la producción de diversos documentales que se emitirán pronto por señal abierta.
Por otra parte, la UNESCO ha decidido no incluir a Machu Picchu dentro de los bienes patrimoniales en peligro. Esta noticia causa gran alivio pero también implica un reto para que las instituciones públicas, empresarios, y pobladores locales sigan luchando para que no se deteriore esta joya arquitectónica.
El boom de los últimos 20 años
Todas estas excelentes noticias nos llevan a reflexionar sobre lo que se ha hecho en estos 100 primeros años y qué oportunidades se desprenden de Machu Picchu, para otros importantes centros arqueológicos dispersos en la costa y sierra centro y norte del país.
En primer lugar, debemos mencionar que de los 100 años que se conmemoran, los últimos 20 han sido de gran empuje y desarrollo para Machu Picchu. Recuerdo que hace 15 años, cuando visite por primera vez la ciudad de Cusco, y Machu Picchu, aún no existían los imponentes hoteles, servicio de trenes por segmentos económicos, guías turísticos trilingües, aeropuerto con mangas, etc. Hoy, hay diversos factores que han permitido el desarrollo de toda una infraestructura turística: empresarios visionarios que vieron el potencial de la zona, leyes que incentivan la inversión y desarrollo, comunidades locales que buscaban progresar a través de actividades inclusivas, y otros.
Asimismo, también los nuevos conceptos para el turismo han apoyado este despegue. Actualmente, es fácil identificar el mercado de turistas por segmentos como los de turismo vivencial, rural, comunitario, etnológico, gastronómico, investigación, bird watchers; así como la nueva tendencia por el consumo de productos orgánicos. Estos nuevos segmentos, hace mucho tiempo no se identificaban como tales, y el país no podía ofertarlos pues no había ciertas condiciones para su desarrollo; sin embargo hoy forman parte del éxito de Machu Picchu. Pero la cúspide, o frenesí, se logró cuando la UNESCO nombró a Machu Picchu como una de las 7 maravillas del mundo moderno.
La naturaleza, la madre tierra, también jugaron su rol. Cuando en el verano 2010 cayeron increíbles huaycos (frecuentes en la zona) que arruinaron cosechas, caminos, vías férreas, etc. se vio la necesidad de desarrollar mecanismos de prevención y limpieza de cuencas similares a los que hacían los antiguos moradores de Machu Picchu: los Incas.
Y, ahora, ¿qué viene?
Una segunda reflexión sería: no debemos dejar pasar otros 100 años para poner en valor centros tan imponentes como Machu Picchu, por ejemplo: Choquequirao (Cusco), Kuelap (Amazonas), Aypate (Ayabaca). Las autoridades locales, empresarios y comunidades deben de aprender de la experiencia positiva que ha vivido Machu Picchu y de los errores cometidos, reflexionar y emprender proyectos culturales de inclusión comunitaria patrimonial para generar una nueva oferta turística y diversificar el flujo de turistas que nos visitan.
Una tercera reflexión nos lleva a considerar la necesidad de incentivar políticas públicas pro desarrollo cultural para que los centros arqueológicos logren consolidarse como nuevos centros de desarrollo para las comunidades que los rodean. Estas políticas deben ser consultadas con las comunidades locales para evitar conflictos sociales. Es muy importante conocer su pensamiento, identificarse con su problemática, hacerla nuestra, y luego desarrollar políticas públicas participativas. Este es uno de los grandes retos que aún deben cumplirse en el país.
Nuevas tendencias educativas
La cuarta reflexión nos hace ver que con los nuevos tiempos existen nuevas carreras profesionales universitarias y técnicas que también han permitido el despegue de la oferta turística de Machu Picchu y que lo harán en gran medida con muchos otros centros arqueológicos del país.
Estas carreras jóvenes como: Hotelería y Turismo, Administración y Turismo, Gastronomía, Relaciones Comunitarias, y quizá la más innovadora y con mayor crecimiento para este rubro en los próximos años: Historia y Gestión Cultural. Estas profesiones forman, capacitan y alientan a jóvenes emprendedores que buscan desarrollar el mercado turístico a través de sus distintas ramas: Turismo comunitario, Gestión de proyectos culturales interpretativos, Investigación histórica patrimonial, Empresas de desarrollo de huertos orgánicos, Empresas de textiles andinas, Empresas de agro-exportación de productos andinos, etc., la lista es casi infinita como la creatividad.
Como última reflexión: debemos procurar que el Centenario de Machu Picchu una más a los peruanos y esté en nuestras conversaciones diarias para lograr mayor integración. Creo que un país identificado con su legado histórico patrimonial, es un país que desarrolla y logra unidad. Como ejemplo, recordemos lo que los antiguos incas lograron con sus increíbles obras arquitectónicas, su eficiente cuidado de recursos naturales, sus excelentes caminos que surcaban todo el Imperio: todo ello, en armonía con la madre tierra, el cuerpo y el espíritu.
Licenciatura de Historia y Gestión Cultural
Universidad de Piura